Los expertos advierten que dormir sin almohada es un grave error. La postura en la que descansa y su constitución son claves para el descanso.
Cada vez son más las personas que llevan encima su almohada allá donde van. Ignacio Fernández, secretario general de Asocama (Asociación Española de la Cama) señala que hasta un 10% de los deportistas lleva consigo su almohada debido a que los propios deportistas aseguran que dormir sobre una superficie diferente afecta más a su rendimiento deportivo que el cambio de horarios y de entorno. La importancia de la almohada a la hora de descansar es tal que, aunque la calidad del colchón sea óptima, una mala almohada puede provocar que pasemos una mala noche. En palabras de responsables del Consejo de Colegios de Fisioterapeutas, “más del 66% de la población tiene un episodio de dolor cervical a lo largo de su vida”, y parece que esto de debe en gran medida al uso de una superficie inapropiada.
La almohada es un elemento muy personal. Tanto es así, que los expertos aseguran que no hay una elección ideal: la idoneidad del tipo de firmeza (blanda, media o dura) y la altura (alta, media o baja) dependen de los hábitos a la hora de dormir y la constitución de cada persona. Hay que tener en cuenta que la función que desempeña la almohada es la de llenar los huecos que se crean entre la cabeza y el tronco para que la columna se mantenga en posición correcta. Es por ello que debe elegir una almohada diferente en función de cómo duerma:
- Si duerme boca arriba, debe elegir una almohada con la altura suficiente para evitar que la cabeza se caiga hacia atrás, pero sin que suponga generar mucha presión sobre la musculatura de la parte posterior del cuello. Se recomienda una almohada de altura media (10-13 cm).
- Si duerme de lado, la almohada debe tener un mayor grosor y densidad (hasta 15 cm) para dar soporte a la cabeza y que ésta repose alineada. Cuanto más ancho sea de hombros, más gruesa deberá ser. En caso de que no sea lo suficientemente consistente, se produciría una caída de la cabeza hacia el hombro y éste soportaría todo el peso.
- Si duerme boca abajo, la almohada debe ser de escaso grosor y con poca consistencia (de ocho a 10 cm), debido a que una almohada demasiado alta obligaría a una excesiva rotación de cabeza.
Dormir sin ninguna base es un grave error, ya que esto nos provocaría dormir con el cuello girado y arqueado. Según recomendaciones del Consejo de Fisioterapeutas, la regla de oro para elegir los centímetros apropiados es sencilla: “nos situamos de pie ante una pared como si ésta fuera nuestro colchón. La distancia entre nuestra cara y la pared representa la altura que debemos escoger”. A esta ecuación habría que sumarle unos centímetros dependiendo de la consistencia que tenga la almohada. Si duerme en pareja, lo recomendable es que cada uno tenga una almohada individual adaptada a sus necesidades.
Visto desde el punto de vista comercial, “las que más se venden son las de fibras sintéticas, porque las hay de muchos tipos y con materiales muy innovadores”, cuentan desde NOVO SUEÑO, o las huecas siliconadas. Este material se caracteriza por presentar una menor consistencia que otros; además es fresco (perfecto para los que suden mucho), de fácil lavado y adecuado para las personas de poco peso y niños a partir de un año, ya que antes de esta edad se recomienda dormir sin almohada. Las de látex, en cambio, son más elevadas y se adaptan bien a la forma y el peso de la cabeza. Por otro lado,las de espuma viscoelástica reaccionan a la temperatura corporal, y son más altas y firmes. Además es el material que está desarrollando nuevas composiciones actualmente, que cuenta que el modelo (de viscoelástica) es el más vendido por nuestros clientes. El principal beneficio de la lana y el algodón radica en que son hipoalergénicos, aunque su excesiva consistencia hace que se desaconseje para las personas que duermen boca abajo. Por su parte, las superficies de plumas o plumón proporcionan un alto nivel de confort y transpirabilidad, y se caracterizan por tener poca densidad, pero no son adecuadas para alérgicos.
Las almohadas rectangulares, lisas y sin prestaciones añadidas ya son cosa del pasado. Ahora cada necesidad particular encuentra su solución en el mercado. Las hay con tratamientos higiénicos (antiácaros, antibacterianos, que disipan los olores…) o que previenen los ronquidos, incorporando un dispositivo postural que ayuda a adoptar una posición lateral durante el descanso. Algunos modelos tienen forma de cuña para mantener la cabeza elevada y las vías respiratorias abiertas. También existen bases con forma de mariposa o anatómicas que imitan la forma del cuello para ayudar en su soporte y evitar dolencias cervicales. Las tubulares pueden ser usadas para diferentes partes del cuerpo: cervicales, lumbares o entre las rodillas. Las angulares con forma de ‘C’ están indicadas para los que les guste dormir abrazando la almohada y las alargadas son ideales para las embarazadas. Un buen descanso empieza por los pies, y por ello éstos también pueden contar con su propia base, que al elevar las extremidades inferiores favorecen la circulación.
Los viajes ya no son un motivo de incomodidad si lleva consigo una almohada de cuello, compuesta generalmente de aire. También las hay rellenas de semillas, que pueden ser usadas en terapias de calor y frío (bien calentadas en el microondas o enfriadas en la nevera). Algunas incorporan hierbas secas que ofrecen un efecto aromático para favorecer el sueño, aliviar dolores musculares o migrañas. Incluso existen algunas almohadas que llevan aloe vera.
Fuente: El Mundo